Termómetro de la temperatura “emocional” de la tribu, el reportero convertido en instrumento –es decir, testigo e intérprete-, de una facticidad social supuestamente racionalizada por la “narración de los hechos”, adquiere un estatus privilegiado al convertirse por arte de magia en los ojos y la mente de todos sus lectores, oyentes, o espectadores, trasladando a éstos la “vivencia” de sus propias percepciones